Deporte: Los Objetivos de las Sesiones y su influencia en el Rendimiento

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Me gustaría compartir una reflexión acerca de cómo afecta al rendimiento la distribución de objetivos (tanto su cantidad como dificultad) y como puede llevarse a la práctica una gestión adecuada en cualquier categoría o competición. Nos centraremos en los entrenamientos pero es extensible a los partidos.

En ocasiones diseñamos sesiones con una distribución de contenidos ideal para nosotros basándonos en experiencias anteriores con nuestros jugadores, nuestro conocimiento sobre ellos, etc. Todo cuadra, tengo el material, sé lo que son capaces de hacer, sé lo que quiero, he dibujado cada posta en un papel, he preparado perfectamente mis notas y cada cono sobre el campo. La estructura es perfecta, objetivo principal, sub-objetivos y factores clave para cada sub-objetivo. Pero sin embargo a la hora de ejecutar dichas sesiones no llegamos a cumplir esos objetivos marcados.

Existen evidentemente factores anímicos, mentales, emocionales o como queráis llamarlos (de ellos y su gestión podemos hablar otro día). Pero es cierto que en ocasiones yo, entrenador, no estoy a pleno rendimiento personal o mis jugadores son los que no “tienen su día”. En otras ocasiones lo que un día les salió sin problema hoy no consiguen llevarlo a cabo, o lo que tenía pensado como objetivo en un ejercicio se consigue a los pocos minutos de comenzar dicho ejercicio y los jugadores parecen “pedir mas”. Si bien podemos reaccionar a estas circunstancias también podemos preverlas.

¿Cómo lo podemos hacer?.

En estas ocasiones ya sabemos que modificando el espacio, los jugadores, las características de uso del balón, etc, podemos modificar el ejercicio para favorecer o dificultar la tarea y adaptar así su ejecución a una “Zona de Rendimiento” donde el jugador aporta el esfuerzo adecuado para obtener un aprendizaje previsto. Pero para dar un paso mas allá vamos a hablar precisamente de ese equilibrio para estar en Zona de Rendimiento durante toda la sesión.

Si trazamos una simple gráfica en la que combinemos de un lado la dificultad del Objetivo y del otro la Competencia que posee el jugador para conseguirlo quedaría algo así:

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Usando esta gráfica podríamos decir que si diseñamos un objetivo muy bajo para un jugador de competencias altas el jugador terminará aburriéndose, y por supuesto no estará en situación de rendimiento.

Por el contrario si diseñamos un objetivo demasiado alto para un jugador de competencia baja el jugador se frustrará y tampoco estará en situación de rendimiento.

 

GDSi mantenemos al jugador el zona de “aburrimiento” continuamente caerá en la desidia y que si mantenemos al jugador en la zona de frustración llegará al estrés. Debemos mantener un equilibrio entre objetivos y competencias.

Pero esta correspondencia entre objetivo y competencia no es necesariamente una línea donde objetivo y competencia tienen exactamente el mismo valor. Se trata mas bien una zona, una Zona de Rendimiento, dentro de la cual a veces podré poner un objetivo un poco por debajo de la competencia del jugador porque “hoy quiero que lo consiga”; en otras ocasiones podrá poner el objetivo un poco por encima de la competencia del jugador porque “hoy quiero que crezca, quiero retarlo”; en otras ocasiones querré enseñarle algo nuevo y sé que sino cuido introducir la dificultad justa  y la cantidad de información adecuada podría salirme de la zona de rendimiento y caer en zona de frustración (que es la zona que tengo mas cerca por tratarse de un elemento nuevo para el jugador); en otras ocasiones el jugador esta practicando algo que ya sabe y le es mas fácil conseguirlo, aunque puedo dificultar mas o menos la práctica de aquello que ya sabe para evitar llegar a entrar en la zona de aburrimiento (jque es la que tendría mas cerca por tratarse de un contenido ya conocido), etc.

Siempre por tanto cuido no entrar en zona de aburrimiento ni de frustración sea cual sea el contexto de aprendizaje o el momento personal del jugador. Ya hemos comentado que la gestión de dicho momento personal la trataremos en otra ocasión ya que en si misma es una solución a nuestro problema, si el jugador cambia su estado personal el objetivo del ejercicio puede cuadrar perfectamente. 

Como podemos ver sería posible ante una gran cantidad de variables movernos dentro de la Zona de Rendimiento sin salirnos de ella sea cual sea la situación. Pues bien, llevemos todo esto a la práctica.

Imaginemos que tenemos una sesión perfectamente planificada y estamos llevando a cabo un ejercicio de dicha sesión  donde tenemos 3 (creo que una cantidad ideal) factores claves que nos permitirán alcanzar el objetivo del ejercicio en cuestión. Si durante el ejercicio descubrimos que además de estos 3 factores clave comienzo a añadir mas factores claves para que mis jugadores consigan el objetivo marcado es que dicho objetivo en este ejercicio está por encima de sus competencias y corro riesgo de frustrarlos (el objetivo hoy no es posible porque era muy alto para la competencia del jugador o porque hoy la competencia del jugador ha bajado). Necesito en definitiva introducir demasiada información para que le jugador lo consiga realizar. La mayoría de entrenadores no se percata de esto y cuando sus jugadores no consiguen hacer lo que les pide (sobre todo cuando en otra ocasión si lo han conseguido) terminan ellos mismos frustrarse perdiendo la perspectiva de lo que realmente sucede. Por no hablar de los entrenadores que no sólo meten mas factores clave en el ejercicio sino que los meten de aspectos que no tienen nada que ver con el objetivo del ejercicio (practicando el placaje veo un error del portador y aprovecho para “repasarlo” y al final repasamos 15 factores clave en un ejercicio y no conseguimos el objetivo que buscábamos en un principio).

Si por el contrario observo que 2 o incluso los 3 factores claves de mi ejercicio son alcanzados con relativa facilidad y/o prontitud es que mi objetivo esta por debajo de la competencia del jugador y corro riesgo de aburrirlos.

Por tanto y por no extenderme mas. Ojo, debemos reaccionar y modificar nuestro ejercicio para “ubicarlo” en zona de rendimiento y para ello debemos hacer uso de los recursos mencionados con anterioridad (modificación de espacios, jugadores, balón, etc).

Atención por tanto a la aparición de demasiados factores claves o simplemente demasiadas correcciones diferentes para un mismo ejercicio. Atención a los ejercicios que se consiguen a los pocos momentos de haber comenzado. Y atención a gestionar los ejercicios modificándolos para que estén en Zona de Rendimiento continuamente sin aburrir ni frustrar. Hay que prever durante el diseño de tareas y objetivos las modificaciones posibles para mantener el ejercicio en Zona de Rendimiento pase lo que pase. 

Yo, aquí y ahora, contigo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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